Gente recibiendo un plato de comida solidaria
Objetivo 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

Descripción

El objetivo 2 es crear un mundo libre de hambre para 2030. El problema global del hambre y la inseguridad alimentaria ha mostrado un aumento alarmante desde 2015, una tendencia exacerbada por una combinación de factores que incluyen la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la profundización de las desigualdades.
En 2022, aproximadamente 735 millones de personas (o el 9,2 % de la población mundial) se encontraban en estado de hambre crónica, un aumento vertiginoso en comparación con 2019. Estos datos subrayan la gravedad de la situación y revelan una crisis creciente.
Además, se estima que 2400 millones de personas se enfrentaron a inseguridad alimentaria de moderada a grave en 2022; lo que significa que carecen de acceso a una alimentación suficiente. Este número aumentó en unos alarmantes 391 millones de personas en comparación con 2019.

Recomendaciones de la CEPAL para alcanzar el ODS 2 y sus metas

      • Es preciso redoblar diversos esfuerzos de política pública en la lucha contra el hambre con una mirada de ciclo de vida, a través de medidas como el control del embarazo y la prevención del bajo peso al nacer, el fomento de la lactancia materna, el fortalecimiento del consumo de micronutrientes, la suplementación alimentaria y el etiquetado de alimentos.
      • Será importante considerar las propuestas de política pública elaboradas por la CEPAL, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) (9) para enfrentar los problemas de acceso derivados de las alzas de precios de los alimentos, facilitando el comercio de los productos y fortaleciendo los sistemas de protección social, con un papel activo de los programas de alimentación escolar y vinculación con el fomento productivo, en el marco de un plan regional de seguridad alimentaria.
      • Es fundamental que los gobiernos inviertan en la expansión de las prácticas tradicionales de fertilización natural y en el apoyo a los productores más vulnerables para que la transición a una agricultura más sostenible no tenga un impacto negativo en la productividad y la producción de alimentos.
      • Es relevante implementar políticas macroeconómicas, comerciales, regulatorias y otras similares que provean el marco de incentivos para guiar el comportamiento de los productores y los patrones dietéticos de los consumidores.
      • Eliminar los subsidios a las exportaciones es clave para corregir las distorsiones en los mercados internacionales y abordar la desigualdad mundial, desalentando la producción excedente en los países exportadores e incentivando el aumento de la producción en los países importadores.
      • Es necesario reforzar la implementación de políticas que favorezcan el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos en la región, particularmente de medidas que limiten la volatilidad de los precios.

ODS 2 - Notas al pie

      1. (1) Organización Mundial de la Salud (OMS), Plan de Aplicación Integral sobre Nutrición Materna, del Lactante y del Niño Pequeño, Ginebra, 2014.
      2. (2) Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otros, América Latina y el Caribe - Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición 2023: estadísticas y tendencias, Santiago, 2023.
      3. (3) Ibídem.
      4. (4) Comisión Económica para América Latina y el Caribe/Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación/Programa Mundial de Alimentos (CEPAL/FAO/PMA), Hacia una seguridad alimentaria y nutricional sostenible en América Latina y el Caribe en respuesta a la crisis alimentaria mundial, Santiago, 2022.
      5. (5) FAO y otros, América Latina y el Caribe - Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición 2023: estadísticas y tendencias, Santiago, 2023.
      6. (6) OMS, Plan de Aplicación Integral sobre Nutrición Materna, del Lactante y del Niño Pequeño, Ginebra, 2014.
      7. (7) CEPAL, Oportunidades para la inversión y la colaboración entre América Latina y el Caribe y la Unión Europea (LC/TS.2023/78), Santiago, 2023.
      8. (8) CEPAL, La ineficiencia de la desigualdad (LC/SES.37/3-P), Santiago, 2018.
      9. (9) CEPAL/FAO/PMA, Hacia una seguridad alimentaria y nutricional sostenible en América Latina y el Caribe en respuesta a la crisis alimentaria mundial, Santiago, 2022.

Panorama regional respecto al logro del ODS 2

      • La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), la crisis climática, la guerra en Ucrania y su impacto en las cadenas de suministro, junto con la desaceleración económica y el aumento de los precios de los alimentos en un contexto de desigualdad de ingresos, han acelerado el incremento del hambre desde 2019, no solo en la región sino en todo el mundo. En este contexto, se estima que la producción de alimentos deberá aumentar casi un 50% hacia 2050, en comparación con los niveles de 2015, para satisfacer la demanda de una población mundial en crecimiento. Esto también ocurriría en América Latina y el Caribe, pues se estima que la región seguirá creciendo hasta 2056. La expansión prevista de la producción de alimentos generará a su vez una mayor presión sobre recursos naturales como el suelo, el agua y la biodiversidad, así como una tendencia al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
      • En América Latina y el Caribe, aunque las estimaciones más recientes muestran que la prevalencia del hambre y la inseguridad alimentaria no presentó aumentos en 2022 en comparación con 2021, las cifras siguen por encima de los niveles previos a la pandemia de COVID-19. Los avances de la región, en promedio, parecen suficientes para lograr la meta mundial de reducir para 2025 en un 40% el número de niñas y niños menores de 5 años que sufren retraso en el crecimiento (1), que es la manifestación más común de la desnutrición crónica; sin embargo, la prevalencia del sobrepeso en este grupo poblacional ha mostrado una marcada tendencia al alza en las últimas dos décadas. Adicionalmente, la región ha logrado avances significativos en la producción de alimentos en las últimas décadas, gracias al cambio tecnológico y a las inversiones en infraestructura que se han realizado, en especial en los últimos años.

    Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

    Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible en América Latina y el Caribe

    El análisis sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que aquí se presenta es el resultado de los debates que tuvieron lugar en el marco del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, convocada bajo los auspicios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Datos clave de la región sobre los temas que aborda el ODS 2 y sus metas

      • Entre 2000 y 2014, la prevalencia de la subalimentación en América Latina y el Caribe se redujo de un 10,8% a un 5,1% de la población (2). No obstante, desde 2014 el bajo crecimiento económico y, más recientemente, la confluencia de diversas crisis redundaron en que la tendencia se revirtiera, de modo que el nivel de subalimentación aumentó a un 6,5% en 2022.
      • La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en la región pasó del 21,7% en 2015 al 29,6% en 2022, y los grupos más afectados fueron las mujeres y los habitantes de las zonas rurales (3).
      • La información por subregiones indica que en 2022 la subalimentación afectó al 5,1% de la población del grupo conformado por Centroamérica y México (9,1 millones de personas), el 6,1% de la población de América del Sur (26,8 millones de personas) y el 16,3% de la población del Caribe (7,2 millones de personas). La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave fue del 34,5% de la población en el grupo conformado por Centroamérica y México, el 36,4% en América del Sur y el 60,6% en el Caribe.
      • Dado que en la actualidad la oferta mundial de alimentos es suficiente para abastecer la demanda, el aumento del hambre y la inseguridad alimentaria se debe sobre todo a problemas de acceso (4). La aceleración de los precios de los alimentos, asociada a una recuperación económica pospandemia incompleta, basada en empleos de baja productividad y bajos ingresos, constituye una barrera al acceso de la población de América Latina y el Caribe a una dieta saludable.
      • El Caribe tiene el costo de una dieta saludable más alto de la región, de 4,41 dólares en paridad del poder adquisitivo (PPA) por persona al día, según datos de 2021. Le siguen América del Sur y el grupo formado por Centroamérica y México, con 3,82 dólares y 3,63 dólares, respectivamente. Esto se traduce en que el 57% de la población del Caribe no puede acceder a una dieta saludable debido a su alto costo; en Centroamérica y México, el porcentaje es del 22,2% y en América del Sur del 20,6% (5). La emaciación, o bajo peso para la talla, en los niños y niñas menores de 5 años muestra una prevalencia del 1,4% en 2022, con un rango estimado de entre el 1,0% en América del Sur y el 2,9% en el Caribe.
      • La prevalencia del sobrepeso entre los niños y niñas menores de 5 años pasó en la región del 6,8% en 2002 al 8,6% en 2022, mostrando así un alza relativa de 26,5%. Esta tendencia es más marcada en los países de América del Sur, donde el incremento relativo fue del 40,6%, mientras que en el Caribe se observó un alza del 8,2%; en Centroamérica, en cambio, se produjo una disminución del 2,9%.
      • En todos los países de la región se observa una tendencia a la disminución de la anemia entre las mujeres de entre 14 y 49 años. Los países del Caribe presentan las mayores prevalencias y al mismo tiempo las menores reducciones. Entre 2000 y 2019 la prevalencia en la región mostró una disminución del 25,6% al 17,2%, que, si bien es importante, aún es insuficiente para alcanzar la meta mundial de reducir a la mitad las tasas de anemia en mujeres en edad fecunda para 2025 (6).
      • En el ámbito de la agricultura, el valor agregado por trabajador en el sector agropecuario regional fue aproximadamente de 7.400 dólares en 2020, un valor más de diez veces inferior al de los Estados Unidos (76.700 dólares). La productividad agrícola regional aumentó un 2,0% al año, en términos reales, entre 2000 y 2020, pero con importantes diferencias entre las subregiones. Mientras que en América del Sur el crecimiento fue del 2,3% anual en ese período, en el grupo formado por Centroamérica y México fue del 1,5% y en el Caribe, del 0,8%. En el período 2015-2020, la productividad agrícola regional permaneció estancada, y solo aumentó en la subregión formada por Centroamérica y México, pero en una medida insuficiente para alcanzar la meta.
      • De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en América del Sur sería necesario un incremento de la inversión de 35.295 millones de dólares anuales (1,08% del PIB de la subregión) para alcanzar la intensidad de inversión agrícola de los Estados Unidos; en la subregión conformada por Centroamérica y México, el incremento requerido sería de 12.536 millones de dólares anuales (0,73% del PIB) y en el Caribe, de 2.594 millones de dólares anuales (3,34% del PIB) (7).
      • América Latina y el Caribe importa el 78% de los fertilizantes que utiliza. Ninguna otra región del mundo depende tanto de las importaciones de fertilizantes y, sobre todo, ninguna región que produzca y exporte tantos alimentos. La intensidad del uso de fertilizantes nitrogenados en la región es menor que el promedio mundial, sobre todo en el Caribe, pero está creciendo a tasas más altas que en el resto del mundo, especialmente en América del Sur.
      • Entre 2000 y 2020, el uso de plaguicidas en la agricultura de América Latina y el Caribe aumentó más de un 180%, una tasa muy superior al promedio mundial, que fue del 56%.
      • América Latina y el Caribe concentra el 40% de la capacidad de los ecosistemas del planeta de proporcionar beneficios a los seres humanos y aporta decenas de especies cultivadas y domesticadas que son parte de la alimentación básica en el mundo. Sin embargo, la región presenta una pérdida de biodiversidad mucho mayor que el promedio mundial. En la región se sitúan 10 de las 36 zonas de gran preocupación a nivel planetario por su triple condición de presentar una gran biodiversidad, un alto endemismo y una disminución de su área original de un 70% o más. La mayor causa de la disminución de la biodiversidad en la región es la pérdida y degradación de hábitats, debido sobre todo al cambio de uso del suelo.
      • En América Latina y el Caribe, cerca de una quinta parte del total de los empleos dependen en gran medida de la biodiversidad, y el crecimiento económico regional ha estado históricamente vinculado al comercio de sus activos naturales. Sin embargo, gran parte de ese crecimiento no ha sido ambientalmente sostenible; no se han internalizado los costos y no se ha logrado que los períodos de bonanza se traduzcan en innovación, diversificación productiva y procesos de crecimiento económico a largo plazo (8).
      • Entre 2001 y 2021 el gasto público en agricultura, silvicultura y pesca, protección medioambiental e investigación y desarrollo agropecuario, forestal y pesquero de la región alcanzó un promedio de alrededor de 23.400 millones de dólares anuales (a precios de 2015), que representan aproximadamente el 0,67% del PIB de América Latina y el Caribe, un porcentaje apenas inferior al promedio mundial, de un 0,75%.
      • La proporción de países de la región en que se registraron precios de los alimentos inusualmente altos se redujo en los últimos años, gracias a que la inflación de los alimentos tendió a moderarse recientemente. A pesar de ello, los precios internacionales siguen altos en comparación con los del período 2015-2019, y la inflación de los alimentos se mantiene también en un nivel elevado.

Buenas prácticas de la región respecto al ODS 2

      • Existe en la agricultura de la región una amplia experiencia en el ejercicio de prácticas tradicionales de fertilización natural, desde la rotación de cultivos con leguminosas o el uso de guano, hasta la aplicación de biofertilizantes de última generación, que incluyen el uso de microorganismos para potenciar la absorción de nutrientes del suelo. En un contexto de aumento de los precios de los agroquímicos, esto representa una oportunidad para la transición de los sistemas alimentarios hacia formas más sostenibles de producción.
      • Varios países de la región, por ejemplo, Chile, el Ecuador y México, han implementado normativas sobre el etiquetado de alimentos con un alto contenido de azúcar, sal y grasas, en respuesta a la malnutrición por sobrepeso.